Fuiste en mi olvido solitario prado, árido respirar un aire muerto, y el ámbito de mi alma fue desierto laurel a tu prisión acostumbrado. En soledad escucho tus latidos; si miro al aire mármoles consiento, y el lánguido delfín del pensamiento turbio renace, impuro en mis sentidos. Nada podré expresar sin compañía pues mi voz dura el eco de un lamento; de ráfaga a paloma incendiaría si perdura el desfallecimiento caído entre mi duelo, porque habría de sentir que tu amor es lo que siento.