Tenga limosna el malandrín,
un hurgón el espadachín;
humille la mala mirada
otra peor. Mi alma no se halla inmaculada.
Soy el orate de Pamplona.
Temo a la luna, hipocritona,
que ríe bajo el negro crespón.
Todo está bajo un apagaluces. ¡Maldición!
Oigo un estruendo de carraca.
La hora suprema se desata.
Caen campanadas fúnebres en la noche a compás.
Escucha más de catorce horas.
Lágrimas son las horas. ¡Lloras
corazón mío! ¡Anda, canta...! No cuentes más.
un hurgón el espadachín;
humille la mala mirada
otra peor. Mi alma no se halla inmaculada.
Soy el orate de Pamplona.
Temo a la luna, hipocritona,
que ríe bajo el negro crespón.
Todo está bajo un apagaluces. ¡Maldición!
Oigo un estruendo de carraca.
La hora suprema se desata.
Caen campanadas fúnebres en la noche a compás.
Escucha más de catorce horas.
Lágrimas son las horas. ¡Lloras
corazón mío! ¡Anda, canta...! No cuentes más.
Comentarios
Publicar un comentario