a unas mascaradas que fui invitado
modelé antifaces tan coloridos
como los tonos de los vestidos
que usaba a diario como disfraz
para verme tal como los demás.
Para verme como querían mirarme
ponía a mi silueta cualquier alarde
como era galante el hombre floral
me adorné las ramas muy natural
para el que me vio parecí normal
en esos desfiles de carnaval.
Entre las parejas que iban girando un día le encontré
bella como media luna que alumbra al oscurecer
convidé a la danza a la dama luna del antifaz
que ella usaba para que se pensara que era su faz
pero al descubrir su semblante nada hallé detrás.
Me asusté al mirar su cara vacía,
dijo así son todos ¿no lo sabías?
con un gesto dulce más que elegante
mi luz nocturna se hizo menguante
luna que al fin desapareció
al amanecer de mi comprensión.
Fui a buscar a aquel que he llamado amigo
bajo el antifaz nadie hallé conmigo,
busqué entre las poses, los comediantes,
entre los diestros y principiantes
que actúan al rostro del soñador
y ese rostro sólo lo tenía yo.
Entonces acá me despojo a diario del antifaz,
que hizo la costumbre de un maquillaje tan pertinaz
como la canción desenmascarada me muestro a aquel
que acaso no guste de lo que mira cuando me ve
o hasta se incomode si no vio a nadie dentro de él.
Ahora ya no voy desenmascarando
cuando encuentro que alguien se emboza actuando
cuando engañan en su felicidad
sólo veo remedos de humanidad
lo que podrían haber sido y no son
entre vanaglorias y compasión.
Lo que soy yo mismo no puedo verlo
lo que veas de mí no puedo esconderlo
ni siquiera cargo con mi armadura
el que pueda herirme hallará en mi hechura
sangre mestiza sin condición
que mantiene abierto mi corazón.
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