Uno te ilumina con su ardor,
otro en ti pone su luto, ¡Naturaleza!
Lo que para uno suena: ¡Sepultura!
Suena para el otro: ¡Vida y esplendor!
Desconocido Hermes que me asistes
y que siempre me intimidaste,
me haces igual a Midas,
el más triste de los alquimistas;
por ti cambio el oro en hierro
y el paraíso en el infierno;
en el sudario de las nubes
descubro un cadáver querido,
y en sus orillas celestiales
grandes sarcófagos erijo.
otro en ti pone su luto, ¡Naturaleza!
Lo que para uno suena: ¡Sepultura!
Suena para el otro: ¡Vida y esplendor!
Desconocido Hermes que me asistes
y que siempre me intimidaste,
me haces igual a Midas,
el más triste de los alquimistas;
por ti cambio el oro en hierro
y el paraíso en el infierno;
en el sudario de las nubes
descubro un cadáver querido,
y en sus orillas celestiales
grandes sarcófagos erijo.
Comentarios
Publicar un comentario