Cada relato contenido en este libro deja abierto el final de cada historia expuesta; la incertidumbre entre lo que pasó, pasa y pasará dejan en el lector un buen sabor de boca que conduce a preguntarse: ¿Y luego qué?
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La alegría de recibir una carta
La alegría de recibir una carta de disipó cuando Paola encontró dentro del sobre fotos de su esposo en la cama con otra mujer. Paola lloró toda la tarde y en la noche se metió en un bar de mala muerte. Escogió a un hombre, se emborracharon juntos, le compraron un poco de cocaína al cantinero y salieron de ahí manoseándose. Estuvieron un rato en el carro de Paola antes de que ella lo condujera a uno de esos baldíos oscuros que están cerca de la estación de trenes. Paola dejó las luces encendidas, iluminando las vías del tren, y se bajó del carro junto con su amante, quien estaba tan afectado por el alcohol, la cocaína y la lujuria, que no se dio cuenta de que se besaban, se mordían, se desnudaban sobre los rieles del ferrocarril. Paola se subió encima de ese hombre, montándolo, encajándole las uñas en el pecho, gritando en el éxtasis de la venganza al ver a lo lejos el tren que se acercaba.Al maquinista se le hizo raro ver ese carro parado junto a la vía, y sonó el pito una y otra vez, hasta que estuvo tan cerca que el shock lo congeló: el shock de ver esos dos cuerpos desnudos sobre los rieles, de reconocer la sonrisa y la mirada de su esposa una fracción de segundo antes de que el tren la hiciera mil pedazos.
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