También es cierto que mirar sin tocar, sin sentir, aún más en plena madurez, amarga la vida y que el suicidio, sin la suficiente dosis de desesperanza, es un esfuerzo vano y, sobre todo, poco original, porque, en realidad, la muerte es la única experiencia previsible de nuestra existencia. La vida, por el contrario, es azarosa, impensada, y, aun cuando uno no se mueva, no haga absolutamente nada, no participe, todo alrededor cambia sin cesar, a veces de un modo repentino e insospechado.
Comentarios
Publicar un comentario