Déjame que llore como aquel
que sufre en la vida la tortura
de llorar su propia muerte.
ENRIQUE SANTOS DISCEFOLO
Uno descuelga del cielo fantasías,
esferas que se estrellan contra el piso.
Y recuerda amaneceres en otros cuerpos
cuando la carne llama.
Un sueño que cambia al mundo
y el mundo lo cambia a uno.
Uno quiere ver lo bueno de la vida
y se va quedando ciego.
Uno quisiera ser poeta. Y se descubre mudo.
Uno busca la muerte y, veleidosa, se burla de uno.
Y Dios da la espalda
y no se está ni vivo ni muerto.
Tomado de: Días de luna y polvo de Estela Guerra Garnica.
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