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Los libros y la conversación - Gabriel Zaid

La conversación depende de los interlocutores: quién son, qué saben, qué les interesa, qué es lo que acaban de decir. En cambio, los libros son monólogos desconsiderados: ignoran las circunstancias en que son leídos. Repiten lo mismo, sin tener en cuenta al lector. No escuchan sus preguntas ni sus réplicas.

(...) la inteligencia, la experiencia, la vida creadora se desarrollan y se reproducen por el habla viva, no la letra muerta.

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Hoy, la conversación inteligente, el ocio contemplativo, cuestan infinitamente más que acumular tesoros culturales. Hemos llegado a tener más libros de los que podemos leer. El saber acumulado en la cultura impresa rebasa infinitamente a los conocimientos de Sócrates.

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La cultura es conversación. Pero escribir, leer, editar, imprimir, distribuir, catalogar, reseñar, pueden ser leña al fuego de esa conversación, en formas de animarla. Hasta pudiera decir que publicar un libro es ponerlo en medio de una conversación, que organizar una editorial, una librería, una biblioteca, es organizar una conversación. Una conversación que nace, como debe ser, de la tertulia local: pero que se abre, como debe ser, a todos los lugares y a todos los tiempos.

La cultura, en el sentido antropológico de forma de vivir, se manifiesta y reproduce en vivo, pero también es un conjunto de obras, utencilios, códigos, repertorios, que pueden ser o no letra muerta, igual que la cultura en vivo (...) lo que vale de la cultura es qué tan viva está, no cuántas toneladas de letra muerta puede acreditar.

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   - Una persona llega tarde a una conversación, y cree que no la puede seguir, que necesita más cultura (...) Lo verdaderamente culto sería recomendarle que tenga más confianza en su apetito de conversación: que si le interesa algo que no entiende, ponga más atención, pregunte, reflexione, consulte diccionarios, manuales, clásicos pero en función de su apetito por la conversación en marcha.


Tomado de: El costo de leer y otros ensayos de Gabriel Zaid. CONACULTA.

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