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La superación tecnológica del libro - Gabriel Zaid

1. Los libros pueden ser hojeados

Un programa de cine o de televisión, aunque sea visual, no se deja de ver de un golpe, como un cuadro. Ni se puede hojear. Es posible ausentarse y distraerse, pero no adelantar para ver lo que sigue, o volver atrás  para comprender mejor, o parar un momento para reflexionar (...) Ni las computadoras más veloces dan la perspectiva de conjunto que puede dar el registro rápido de un libro, con la misma facilidad. Uno se impacienta, explorando los archivos de una computadora: no es tan fácil hojear el contenido (...) En un libro, se busca y se encuentra más fácilmente (...) Nada requiere más "lectura lineal" que la televisión, las cintas y los discos (...) Pero lo más irónico de todo es ver que las maravillas electrónicas se venden con un instructivo impreso. Ningún libro se vende con instructivos electrónicos que faciliten su lectura.

2. Un libro se lee al paso que marca el lector

(...) la "lectura" admite una sola velocidad (...) Un libro puede ser explorado a miles de palabras por minuto, con procedimientos de lectura rápida, o puede ser morosamente contemplado en una de esas líneas que se vuelvan una revelación. Y qué fácil es volver atrás, releer, detenerse, saltar sobre cosas que no interesan (...)

3. Los libros son portátiles

(...)

La ventaja del libro está en que los otros medios requieren dos pasos de lectura: un paso para transformar la señal mecánica, magnética, visual (...) en algo que a su vez (...) sea legible por el ser humano. Mientras que el libro es directamente legible. No requiere andar cargando un lector intermediario, supuestamente portátil y poco discreto, que obliga a los vecinos a participar en algo que no les interesa. Tampoco requiere ser llevado a un lugar especial, donde el aparato funcione. Un libro puede leerse casi en cualquier lugar y posición, de pie, sentado, acostado.

(...)

4. Los libros no requieren cita previa

Para ver un programa de televisión, hay que estar disponible a cierta hora o dejar preparada la cinta y la videograbadora. El espectador tiene que someter su agenda al programa de transmisión. En cambio, el libro se somete a la agenda del lector: puede estar disponible donde quiera y cuando quiera. No exige cita previa.

(...)

5. Los libros son baratos

Tan baratos que es relativamente fácil la propiedad (y hasta la edición) privada. Millones de lectores pueden comprar una colección de libro clásicos, pero no una colección de cuadros equivalentes. Una persona de recursos modestos puede pagar la edición de un libro suyo, pero no el montaje de una ópera suya o la producción de una película suya.

(...)

6. Los libros permiten mayor variedad

Hacer un programa de televisión para tres millones de personas justifica un presupuesto enorme (...) Esto explica por qué la televisión decepciona: porque tiene que ser de interés para cientos de miles de millones de personas (...) Pero en el caso de los libros, si esto no llega a suceder, no hay desastre financiero, como en la televisión (...) En cambio, los libros pueden ser bestsellers, pero no tienen que serlo. Es económico hacer un libro excelente, aunque no le interese más que a tres mil personas, y muchos bestsellers empezaron así (...)

Comentarios

  1. orale man'ta que interesante!!!
    pero que crees? se te fueron letras y en otro te falto una, jojojojoooooo

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