"Un rugido sacudió las aguas. Luego, por una puerta que se abrió entre las nubes tenebrosas, cayó una cegadora columna de plata". Y he aquí el milagro: "Cuando esa espada flamígera penetró en el mar y se mezcló con él, se formó, bajo nuestro bote, un rostro muy bellos, con unos grandes ojos fijos que, desde las profundidades nos vigilaban".
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