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Los despejos - Eduardo Casar

Debo decirles -es mi deber primero-
que un espejo por dentro no es tan cómodo
como para sacar a relucir del otro lado
mitades reflexivas.
                     El alcance
puede quedar frenado en una capa 
cuyo espesor no puede
sostener
ni un milímetro y medio, ni siquiera apretado,
y los gestos apenas se pueden realizar
y los gatos no caben porque tienen
afelpada la cola: caben ángeles planos,
los ángeles cuadrados,


y cuando mucho dos: los demás quedan fuera:
les resulta difícil, los espejos
ya se están saturando.


Porque llegamos todos, no soportan el peso
de la mosca del ángel en el hombro de afuera.


y se lo están comiendo como si fuera un buitre
al que apenas acaban de nombrar.

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