Cierta vez, un sabio jesuita me puso a pensar. "La pretensión de ser Arcángel, me dijo, es totalmente absurda. Dios no se equivoca en sus obras. No fue ociosa la creación del hombre porque en él puso calidades que no tiene el Arcángel. Cada ser ha de aspirar a realizarse en su plenitud, no trocar su destino por otro".
Lo que has de buscar el cumplir tu destino en su plenitud. Y eso, para nosotros, no es otra cosa que la redención para conquistar la salvación.
El cuerpo glorioso que vislumbró San Pablo, contiene gérmenes de dicha que no sospecha el Arcángel, todo resplandor. Tu misión, humana creatura es extraer los tesoros que encierra su profundidad.
Hondura de una sinfonía filosófica: no la alcanza el que sólo es músico, porque sólo el verbo es el instrumento adecuado para expresar las esencias de la Revelación.
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