SEGUNDA ESTANCIA
JERUSALÉN:
EL REGRESO DE MIGUEL ARCÁNGEL
-Haciendo la lucha. Es la misma tonada desde que nacemos hasta que petateamos. De allí no salimos, no nos sacan. Mientras la tierra, de año en año, se hace más pelona, más dura, sin que valga dejarla descansar una, dos, más temporadas. Y el cielo, por lo consiguiente: más y más escasas las lluvias, más disparejas y traicioneras, de año en año; las heladas más repetidas, más tempranas; cada vez más largas, más penosas las sequías; más temprano el arroyo no arrastra ni un hilito de agua; más pronto se secan los aguajes y bajan los pozos; es cada vez más trabajoso que un árbol prenda; las mujeres tienen que acarrear agua cada vez de más lejos, y para lavar tienen que bajar a la barranca: el día entero para ir y volver.
JERUSALÉN:
EL REGRESO DE MIGUEL ARCÁNGEL
-Haciendo la lucha. Es la misma tonada desde que nacemos hasta que petateamos. De allí no salimos, no nos sacan. Mientras la tierra, de año en año, se hace más pelona, más dura, sin que valga dejarla descansar una, dos, más temporadas. Y el cielo, por lo consiguiente: más y más escasas las lluvias, más disparejas y traicioneras, de año en año; las heladas más repetidas, más tempranas; cada vez más largas, más penosas las sequías; más temprano el arroyo no arrastra ni un hilito de agua; más pronto se secan los aguajes y bajan los pozos; es cada vez más trabajoso que un árbol prenda; las mujeres tienen que acarrear agua cada vez de más lejos, y para lavar tienen que bajar a la barranca: el día entero para ir y volver.
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