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Página - Hermann Bellinghausen

Debió tener un cielo para iluminar
con el color que quisiera
pero hay aspas del tiempo
que imponen su cortedad

Y en ese cielo debió poner
aquellas calandrias de pechos gordos
que soñaba su corta edad
bajo el plato verde del sol

Imagínate un cielo vino
o rojo párpado
o amarillo osamenta
para arrojar perdigones

Imagina que lo ilumina
lo deja en blanco, página 3 de un libro,
dibuja una escalera al centro
nos encarama y se va.

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