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Lágrima de copal - Hermann Bellinghausen

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Arañas que no ves
te acarician la espalda.
Pisas el umbral de un resplandor verde
que es musgo y parece fierro.

De la luna queda su recuerdo.
Se soltaron jaurías mansas pero
la vegetación humedeció los labios
del movimiento.
Una lágrima de copal te asalta y agoniza
llevada por el aire.
Después nada: desierto.

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