4
Arañas que no ves
te acarician la espalda.
Pisas el umbral de un resplandor verde
que es musgo y parece fierro.
De la luna queda su recuerdo.
Se soltaron jaurías mansas pero
la vegetación humedeció los labios
del movimiento.
Una lágrima de copal te asalta y agoniza
llevada por el aire.
Después nada: desierto.
Comentarios
Publicar un comentario